martes, 9 de septiembre de 2008

No creas que estoy callado...

No creas que estoy callado, es simplemente que ya estoy sufriendo mi primer catarro del nuevo curso. Conoces mi predisposición a hospedar virus por esta época del año.
¡Ya sabes!
Una buena despedida del verano, con un poco de fiebre, dolor de garganta y miles de pañuelos para despellejar la nariz.
¡Ten cuidado, esto es contagioso!

domingo, 7 de septiembre de 2008

El Franco de Manuel Fraga

Es lógico que un franquista como Manuel Fraga elogie a su amado caudillo Francisco Franco, como hemos leído y oído recientemente. Franco hizo mucho por él, entre otras cosas convertirle en ministro o pagarle una estancia de lujo en Gran Bretaña con lo que expoliaba a sus súbditos. Esta estancia mejoró su ropero, incluyendo entre sus trajes varios disfraces de demócrata. Pero el antes y el después de su estancia en el Reino Unido nos deparó imágenes y opiniones claramente asociadas a su ideario fascistoide-acomodaticio. Ideario fiel a un personaje que se pasó por el arco del triunfo legalidad y derechos humanos, practicando una limpieza ideológica sistemática de cualquiera que tuviera un pequeño aroma de demócrata.
Muchos nos acordamos de las óperas bufas de Fraga, como la del bañador y la bomba atómica de Palomares (precedente lógico de las bufonadas en las Azores de su alumno aventajado pero descarriado, José María Aznar) o de sus actuaciones “democráticas” como la que llevó al asesinato de los obreros de Vitoria. Sus verdades parecen poco contrastables con la realidad histórica a pesar de su insistencia. Tal vez porque la autoridad se gana con la palabra y el ejemplo, no con la fuerza o la represión. Y eso, autoridad moral, ética, ni tiene ni ha tenido nunca para dar lecciones de democracia a nadie, sólo hay que mirar como se van formando y quienes forman los cuadros políticos de su democrático Partido Popular.

Una filosofía de vida, elogio de la vida lenta

Estoy muy contento. He ido a visitar a mis padres y conduciendo no he rebasado los límites de velocidad, he parado en los pasos de peatones disfrutando de las caras de agradecimiento de los viejetes y de los jovunos, no he tocado la bocina, ni dado luces a nadie, ni he mentado a la madre de ninguno de los demás conductores… ¡Me ha costado! ¡Me ha costado bastante pero me encuentro bien! Casi podría decir que ha sido como un buen chute de endorfinas. Tendré que seguir practicando. No, si al final va a ser cierto lo de la filosofía del bienestar vital basado en la vida lenta. Tengo que conseguirme ese libro titulado “Elogio de la vida lenta” para seguir profundizando en este tema. Me he tirado cuarenta y ocho años acelerado y va a resultar que lo que más me gusta es poder contemplar la vida como se desliza suavemente. ¿Tendrán razón los que dicen que le den al ridiculum vitae?

No significa nada más que otro comienzo.

Cuando la mañana se va imponiendo suavemente, empiezo a retomar este blog. He estado ausente, en una de esas ausencias que te dicta la mente, el espíritu y contra las que no puedes nadar salvo que quieras ahogarte en el intento. Este tiempo ha sido feraz en muchas cosas, en amistades, conversaciones, pensamientos, lecturas… Ahora parece que viene otra época en la que tengo ganas de volcar palabras, tal vez estériles, en este consultorio psiquiátrico en el que se ha convertido la blogosfera. Es verdad, tengo ganas de verter cosas a este basurero electrónico y cualquier momento es bueno. Y este es el mejor.

domingo, 27 de abril de 2008

Nueve, 9

El nueve, en la mitología numérica medieval, es la Sabiduría, el Conocimiento supremo, la Ciencia que explica el Mundo al margen de la fe.

martes, 8 de abril de 2008

"Vida y destino" de Vassili Grossman

He comenzado a leer el libro “Vida y destino” del autor fallecido Vassili Grossman y no me está sentando nada bien. Es una novela ambientada en la II Guerra Mundial, que gira alrededor de la vida de varias personas, sus amigos, familiares… durante la batalla de Stalingrado, de sus pensamientos, sufrimientos, amores… pero me parece sobre todo una novela política, de reflexión sobre los daños que provocan los totalitarismos.
No sólo los causados por el totalitarismo fascista, bajo su disfraz nazi en este caso (con la odiosa figura de Hitler entre líneas), si no también esos totalitarismos que se disfrazan de avance social y que se escudan en que los enemigos exteriores quieren eliminar las conquistas sociales, la revolución popular, para conculcar los derechos y libertades de sus ciudadanos. Esos totalitarismos que con un fuerte puño militar y grandes dosis de propaganda, nos engañan con una imagen bucólica, soñadora, con una sonrisa atractiva pero que esconden la abolición del ser humano sumergiéndole en una masa amorfa, en un rebaño que se siente cada vez más plácido bajo el tejado de la tenada o de la cuadra, con la seguridad de que habrá pasto o pienso, unas veces más otras menos, en el pesebre y se despreocupan de esos corderos, de esas viejas ovejas que van desapareciendo cada cierto tiempo, bien porque balan mal, tienen la lana negra o cualquier otra manifestación de su fenotipo o de su pensamiento que no coincide con el resto de los borregos.
No me sienta bien, desde luego que no y menos saber que su autor, periodista ruso que desde el frente de Stalingrado describió la barbarie de la guerra y por primera vez la existencia de los campos de exterminio nazis, no vio impresa su obra porque pasó a ser un escritor maldito para el poder corrupto soviético estaliniano al que no le gustaba que en su obra se mostrase fríamente el desmoronamiento real y moral de ese falso comunismo militarizado y de cómo las personas desde lo más hondo de su ser se rebelan, cada uno de la manera que podía o de que le era posible contra esa alienación constante del espíritu humano en que se convierte el poder mal empleado, el poder absoluto y su terror indiscriminado.
Me lo decía mi querido abuelo y me lo sigue diciendo en todos esos pensamientos, en esos sueños mágicos de las cada vez menos livianas noches de reposo o cada vez más pesadas vigilias, que no puede ser bueno ese cambio que se produce en la personalidad humana cuando uno se viste de uniforme, sea militar o civil, y esa persona se cree investida de un poder extraordinario, sobrenatural,… y su comportamiento empieza a ser distinto, menos amable, más autoritario, más servil con el poder, más soez con el anteriormente igual e incluso amigo, más brutal con el que consideran o aprecian débil.
Y los que hemos sentido la llamada de la utopía, y los que la seguimos sintiendo aunque tal vez cada vez más lejana, muchas veces no acabamos de comprender cual es la diferencia, la causa de que quien debe cuidar de nuestro bienestar se convierta en verdugo, en carcelero, en testaferro de un poder cada vez más distante de la gente corriente, de la ciudadanía, de esa gente que somos tú y yo, nosotros, de que quien deba ser amable se muestre brusco, agresivo…
Los Stalingrados se convierten en Hanoi, Santiago, Sarajevo, Sbrenica, Bagdad, Gaza, y crece nuestra indiferencia, nuestros ojos transforman su mirar en ovino, bovino, canino, cada vez más vacío, más ausente y encumbramos a curiosos personajes (Aznares, Bushes, Putines, Blaires,…), les damos alas, y se toman el poder por suyo, se lo guardan mientras pueden y si se lo quitamos con los votos (cada vez más livianos, menos sólidos), nos martirizan, intentan hacernos sentir culpables por no haber comprendido el designio divino que les confirió esa clarividencia, esa solemnidad en la estulticia más absoluta, que se tiñe tantas veces de un rojo que nunca es el de su sangre, siempre es de la de los demás, de aquellos que muchas veces no buscan nada más que un poco de sombra en esos duros días en que hace un sol de justicia.
Y ahí nos quedan todos los Vasili Grossman, encerrados en un libro, en una fotografía, en una bitácora, en un recorte de periódico. Es poco ese recuerdo, tal vez cada vez más desteñido, pero con suficiente luz para alumbrar a todos aquellos malnacidos politicastros que todavía son capaces de decir con satisfacción y suma arrogancia que mucha gente vivía bien bajo la nefasta sombra de guadaña de los dictadores que les protegieron a ellos y a sus finas familias.

sábado, 15 de marzo de 2008

Haiku II

Golondrina, tú,

De circulares vuelos,

Creas pasión, arte.

Haiku I

Desde tu boina,

Ves la plaza roja, de

Lágrimas, vapor.

Día de poda

Un rayo de sol y una ráfaga de viento. La mañana está indecisa y esta casa hecha de redes necesita un buen arreglo. Me pongo delante de esta ventana universal, ventana abierta a tantos y tan escasos mundos, y decido ir cortando, podando las ramas, los ornamentos, los cuadros, las palabras efímeras…, todo lo que hoy creo que sobra. Me dirás que no es buena época para la poda. Te miraré sin hablar, pensando que los tiempos son un continuo cambio, que la esencia permanece, pero quién sabe con certeza qué es la esencia. Por eso corto, rasgo, aquí, allá, todo se vuelve mutación, cambio, sin sentido, con él, ¡qué más da! Hoy es así, mañana todavía no ha llegado.