domingo, 7 de septiembre de 2008

Una filosofía de vida, elogio de la vida lenta

Estoy muy contento. He ido a visitar a mis padres y conduciendo no he rebasado los límites de velocidad, he parado en los pasos de peatones disfrutando de las caras de agradecimiento de los viejetes y de los jovunos, no he tocado la bocina, ni dado luces a nadie, ni he mentado a la madre de ninguno de los demás conductores… ¡Me ha costado! ¡Me ha costado bastante pero me encuentro bien! Casi podría decir que ha sido como un buen chute de endorfinas. Tendré que seguir practicando. No, si al final va a ser cierto lo de la filosofía del bienestar vital basado en la vida lenta. Tengo que conseguirme ese libro titulado “Elogio de la vida lenta” para seguir profundizando en este tema. Me he tirado cuarenta y ocho años acelerado y va a resultar que lo que más me gusta es poder contemplar la vida como se desliza suavemente. ¿Tendrán razón los que dicen que le den al ridiculum vitae?

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